Hoy me contaban sobre alguien que se molestaba muchísimo porque
su esposa ayudaba a sus sobrinos. El caso es el siguiente:
Un joven que acudía a su tía para que le ayudase en algunas
cosas nada extraordinarias, como es el
caso de coserle su pantalón del uniforme que se había roto.
Pues el esposo de esta tía, se enfurecía de una manera
extraordinaria porque su esposa le ayudara a sus sobrinos.
¿Cómo es posible esto?
Pues acaso si está en nuestras posibilidades ayudar a los demás
y ¡no le ayudamos! Es que es una manera
extraordinariamente egoísta la de éste.
Y pues a todo esto me ponía a pensar de cómo es que nos
dejamos vencer por las influencias del maligno, pues esto es lo que él quiere. Que
desobedezcamos el mandato de Cristo ámense los unos a los otros. (Juan 13, 34-35)
Pero es cuestión nuestra
si queremos hacerle caso al enemigo, pues Dios nos da la fuerza para poder
vencerle.
Procura tú, que esto no te suceda, experimenta que
gratificante es el poder ayudar a los demás, experimenta tú mismo como se
siente la misericordia de Dios correr por tus propios actos de caridad,
experimenta tú con tu propia vida como Dios ayuda a los más necesitados por
medio de ti.
Y si no te agradecen… MEJOR querido amigo, es mejor si no te
dan las gracias, pues recibirás una recompensa que no es humana, recibirás de
Dios gracias abundantes.
Es que al darnos cuenta de este gran misterio, el dar, el
ser solidarios, el ser caritativos, con los demás, te darás cuenta que
gratificante es para tu vida y descubrirás como Dios te recompensa.
Que sea este un propósito para esta cuaresma, practicar más
la generosidad.
¡Anímate tu puedes ser un gran cristianos!
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