viernes, 29 de julio de 2016

 Lo que has acumulado, ¿de quién será?

Iniciamos ya el XVIII Domingo del tiempo ordinario. Hoy Jesús nos hace una fuerte llamada de atención: en el Evangelio según San Lucas (12,13-21) encontramos como un personaje (sin nombre, porque ese podriamos ser  nosotros) le pide a Jesús que le exija a al hermano de aquél, que le de la parte de la herencia que le corresponde.

Sabemos bien que el trasfondo de esta perícopa es el afán por los bienes materiales. Que pueden alejar al hombre de Dios.

Los bienes materiales como bien sabes son necesarios para nuestra existencia, pero mo fundamental. El problema radica cuando los ponemos en primer lugar, cuando son mas apreciados que incluso la misma familia. Este es el verdadero problema.

Jesús nos invita a atesorar tesoros en el cielo. Buscando las cosas que son fundamentales para nuestra vida. Pero sobretodo buscar el amor de Dios que lo llena todo.

Que esta sea nuestra suplica todos los dias, pedirle al Señor que nos ayude a buscarlo a Él Sobre todas las cosas.

miércoles, 27 de julio de 2016

Ser buenos es tarea de todos los días

El evangelio de este jueves 28 de julio, (Mt 13,47-53) nos plantea el tema del reino de los cielos; visto desde una perspectiva soteriológica, en la que los buenos serán apartados de los malos.
La comparación que Jesús hace está dirigida al tema de la pesca, como en comparación de la pesca de  los discípulos «y los haré pescadores de hombres» (cfr. Mt 4,19). Asi entonces al final de los tiempos, como en la pescase, se reunirán los buenos en cestos y los malos los tiran. Haciendo alusión al castigo esterno de los malos.
Pero ¿Quiénes son esos malos?  ¡Podríamos ser nosotros!
Por supuesto que si,  si no vivíamos y asimilamos verdaderamente el Evangelio en nuestras vidas, haciendo siempre y en todo lugar la voluntad de Dios.
El ser buenos radica en la vivencia de la caridad, cumpliendo con la ley de los Cristianos: «amar a Dios sobre todas las cosas y a tu prójimo como a tí mismo». (Cfr. Mt 22, 37—39)
Entonces hermanos, a esto nos debe mover la lectura de hoy. No hacer las cosas por miedo, porque asi no sirven, si no por amor. Que el amor de Dios nos mueva, nos impulse y nos sostenga, para hacer siempre y en todo momento la voluntad de Dios.

sábado, 23 de julio de 2016

Señor, enséñanos a orar

Iniciamos la XVII semana del tiempo ordinario y la liturgia de este domingo nos presenta el extraordinario tema de la oración. Es precisamente el evangelista Juan, quien nos presentará este gran tema.

En la Lectura del santo evangelio según san Lucas (11,1-13) descubrimos que Jesús está orando. Esto nos recuerda queridos hermanos la importancia de la Oración, si el Hijo de Dios ora, ¡cuánto más nosotros!

 Estamos necesitados de la oración, de mantener ese diálogo constante con Dios. Debemos apuntar a hacer nuestra vida una oración. «orar siempre y sin desfallecer» (Cfr. Lc 18,1). No podemos dejarnos vencer por la pereza y la rutina, debemos apuntar a una vida de oración constante, mejor dicho, que nuestra vida sea una oración, una expresión de oración. Pero surge la gran pregunta: ¿cómo hacer oración? Y al igual que los discípulos; nosotros debemos decir: «Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos.»

Es Cristo quien nos enseña a orar, Él como maestro y modelo de oración nos lo enseña, es tarea nuestra aprender a orar como el Señor ora. La pregunta en este caso sería ¿Cómo ora Jesús? Es pues el mismo evangelio que nos da la respuesta: «Cuando oréis decid: "Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan del mañana, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe algo, y no nos dejes caer en la tentación."» esta es la oración por excelencia y es Jesús quien nos la revela, es nuestro modelo de oración y de ella podemos partir para hacer oración siempre.

Pero viene algo interesante: no podemos hacer oración solo por hacer, debemos ser contantes y perseverantes en ella. Pues en la insistencia encontraremos respuesta: «yo os digo que, si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos por la importunidad se levantará y le dará cuanto necesite» y esta parábola presentada por Jesús nos da ejemplo claro de ello.


Busquemos pues queridos hermanos al Señor siempre y en todo lugar, haciendo siempre la lucha de hacer nuestra vida una oración agradable a Dios. No nos dejemos vencer por las distracciones cotidianas, hagamos lo cotidiano instrumento de oración. Busquemos siempre a Dios en todo lo que hagamos y así, solo así, le daremos un sentido diferente a nuestra vida.  


«Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador»

Este sábado 23 de Julio, la Iglesia nos presenta el Evangelio según San Juan en el cual nos habla sobre la importancia de estar unidos a Jesús como las ramas están unidas a la vid. (Jn 15,1-8)
«El que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante»  pues solo en él encontramos verdaderamente la vida, solo unidos a Cristo "verdadero hombre" encontramos las respuestas a nuestra existencia, en su humanidad comprendemos la nuestra y en su divinidad encontramos nuestra esperanza.
Jesús es verdaderamente quien nos revela a al Padre, y nos lo da también. «Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador» por lo que si estamos unidos a Cristo por consiguiente al Padre. Y si somos de Cristo el Padre nos tendrá por hijos suyos y su amor rebasará nuestras capacidades.
Pidamosle al Señor que  todos los días de nuestra vida, sean un continuo renovar nuestra amistad y amor a Dios y así poder alcanzar la vida eterna en presencia de Dios.


viernes, 22 de julio de 2016

¡Me recordaba del titulo!

En estos días estaba recordando el ¿por qué? del título de este Blog. Y me ponía a pensar sobre lo que inspiro en colocarle este nombre:
Los problemas de la vida, las dificultades que se nos presentan. Nos hacen dudar como aquellos que iban con Jesús en la barca, cuando la tormenta los atrapó. (Cfr. Mt 8, 24-24), dudamos del auxilio divino, y pensamos muchas veces que el Señor nos ha dejado solos.
Las tormentas de la vida nos sacuden e incluso algunas ocasiones nos botan y lastiman. Pero es preciso pedirle al Seño: ¡Señor auméntanos la fe! Para que, con la esperanza puesta en Dios, no nos dejemos vencer y botar.
La vida nos presentará muchas tormentas. Algunas fuertes otras pequeñas, pero lo importante es afrontarlas y superarlas para encontrar la calma y la paz.
¡Jesús es esa paz!, él es la tranquilidad que nos mueve a obrar con serenidad y amor.

Pidámosle a Señor todos los días que nos ayude a tener nuestra fe firme para soportar las tribulaciones que día a día se nos presentan.