Iniciamos la XVII semana
del tiempo ordinario y la liturgia de este domingo nos presenta el
extraordinario tema de la oración. Es precisamente el evangelista Juan, quien
nos presentará este gran tema.
En la Lectura del santo
evangelio según san Lucas (11,1-13) descubrimos que Jesús está orando. Esto nos
recuerda queridos hermanos la importancia de la Oración, si el Hijo de Dios
ora, ¡cuánto más nosotros!
Estamos necesitados de la oración, de mantener
ese diálogo constante con Dios. Debemos apuntar a hacer nuestra vida una oración.
«orar siempre y sin desfallecer» (Cfr.
Lc 18,1). No podemos dejarnos vencer por la pereza y la rutina, debemos apuntar
a una vida de oración constante, mejor dicho, que nuestra vida sea una oración,
una expresión de oración. Pero surge la gran pregunta: ¿cómo hacer oración? Y al
igual que los discípulos; nosotros debemos decir: «Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos.»
Es Cristo quien nos
enseña a orar, Él como maestro y modelo de oración nos lo enseña, es tarea
nuestra aprender a orar como el Señor ora. La pregunta en este caso sería ¿Cómo
ora Jesús? Es pues el mismo evangelio que nos da la respuesta: «Cuando oréis decid: "Padre,
santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan del
mañana, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo
el que nos debe algo, y no nos dejes caer en la tentación."» esta es
la oración por excelencia y es Jesús quien nos la revela, es nuestro modelo de oración
y de ella podemos partir para hacer oración siempre.
Pero viene algo
interesante: no podemos hacer oración solo por hacer, debemos ser contantes y perseverantes
en ella. Pues en la insistencia encontraremos respuesta: «yo os digo que, si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al
menos por la importunidad se levantará y le dará cuanto necesite» y esta parábola
presentada por Jesús nos da ejemplo claro de ello.
Busquemos pues queridos
hermanos al Señor siempre y en todo lugar, haciendo siempre la lucha de hacer
nuestra vida una oración agradable a Dios. No nos dejemos vencer por las
distracciones cotidianas, hagamos lo cotidiano instrumento de oración. Busquemos
siempre a Dios en todo lo que hagamos y así, solo así, le daremos un sentido
diferente a nuestra vida.
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