La cuaresma nos tiene que llevar a la Pascua del Señor.
Entrada ya la segunda semana del tiempo
cuaresmal, debemos reflexionar sobre nuestro itinerario de fe.
Nuestro camino cuaresmal debe tener un
propósito concreto, porque no me serviría de nada estar de penitencia, de
ayuno, de mortificación, si al terminar la cuaresma, continuo haciendo las
cosas que hacia antes de la cuaresma.
Verdaderamente tendría que haber un cambio
en nuestras vidas.
La cuaresma no es, como dicen algunos,
tiempo de duelo y tristeza, sino al contrario, es un tiempo alegre en donde nos
preparamos para celebrar la Pascua del Señor.
Pongamos como ejemplo esto:
Cuando una pareja de novios se alistan
para recibir el sacramento del matrimonio, inician con una previa preparación. Organizan
la recepción, organizan, a los invitados, y ellos mismos se preparan para esta
nueva etapa de su vida.
Ahora bien, yo les pregunto
¿Durante esta preparación, los novios están
tristes?
Pues yo considero que no ¿verdad?
¡Igual es la cuaresma! es un tiempo de preparación,
ciertamente hay sacrificios, nervios, etc.
Pero no es un tiempo de luto, ni
tristeza.
Este caminar cristiano. Nos debe mover a
una plena conversión. Actualmente nuestra sociedad vive una vida sin sentido,
sin Dios. Y es que cuando perdemos a Dios pierde sentido nuestra vida.
Pues somos de El y sin El nada somos,
muchos quieren quitar a Dios de su camino, por la simple razón de que según ellos
es un Dios opresor, pero lo que no se dan cuenta es que ellos lo único que
quieren es llevar una vida desenfrenada y alocada.
Nosotros como cristianos estamos llamados
a ser luz en el mundo, una luz que ilumina el camino de los demás, una luz que
aleje la oscuridad del pecado, una luz que conduce a los demás hacia
Dios.
Inmersos ya en el camino cuaresmal,
procuremos pues tomar todas las fuerzas que podamos, para ser auténticos
cristianos.
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