domingo, 4 de mayo de 2014

La soledad de Cristo

No le basto dar su vida por nosotros, sino que quiso todavía quedarse sacramentado, para que le recibamos y le comamos y así darnos su gracia y su amor.
Cristo, como bien todos sabemos, (aunque algunos quieran negar esta verdad) está verdaderamente con su cuerpo, alma y divinidad en la santísima Eucaristía, aguardando en cada sagrario del mundo, para que nosotros, sus redimidos, nos acerquemos a él, tan siquiera para verle; ¡pero ni eso!
Cuantas veces pasamos delante de una iglesia y ni siquiera volteamos a ver a Cristo que está ahí verdaderamente.
¿Cómo se siente nuestro Señor?
¡Imagínatelo! Él, que quiso quedarse por amor a nosotros, y nosotros que lo ignoramos.
¡Que ingratos somos! 
Él está ahí dispuesto a darse por completo a ti, está dispuesto a darte todo su amor, el aguarda para que te acerques a él para pedirle su ayuda. Él está ahí, despierto, nunca duerme, está siempre dispuesto para ti, es solo que tú te dejes amar por él.
En muchos lugares esta Jesús sacramentado y lo tienen abandonado, con conopeos sucios, sagrarios oxidados o apolillados. Pero lo más sorprendente es que digan que esta así porque ¡Jesús es pobre! ¿Será que pobreza es sinónimo de suciedad? Yo creo que no.
En cierta ocasión presenciaba un debate de un grupo de personas que Vivian en una pobreza extrema, contra un grupo de arquitectos que tenían a cargo la construcción de un templo en una zona pobre. La discusión era la siguiente: los arquitectos querían construir el templo igual que las casa de la localidad, hechas de cartón y láminas, pero las gentes no querían aceptar esto, pues decían que como era posible que la casa de Dios iba a ser de ese aspecto. Los arquitectos les decían que así sería igual que sus casa, pero las gentes decían que no, porque no le Ivana dar a Dios cosas feas, ellos decían que para Dios era lo mejor.
A pesar de su pobreza, la gente quería un templo digno para Dios.
Es aquí donde se ve el misterio de la fe, pues en los lugares sagrados, bien presentables, limpios y ordenados, es mucho más fácil elevar el alma a Dios.

No dejes que Nuestro Señor se quede solo, visítalo cada vez que puedas, no dejes que te gane la pereza, busca a Jesús, él está ahí esperando por ti, no es necesario que le digas grandes discursos, basta solo con que lo visites aunque no le digas nada, él te bendecirá abundantemente si tú te acercas a él. 


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