Somos su mejor creación, somos una maravilla en la creación, somos la obra maestra de Dios.
Como diría el salmo, «nos has hecho inferior a los ángeles, nos has coronado de gloria y majestad, todo lo ha puesto bajo nuestros pies» cf. Salm 8
Ahora bien, si Dios nos ha creado de esta manera, si Dios nos ha dado la plena libertad, ¿por qué nos alejamos de Él? Es que acaso ¿no nos damos cuenta de esto?, o ¡no nos fijamos que somos la maravilla de Dios!, ¿o es que nos hacemos los locos?, ¡los desentendidos, para actuar a nuestro gusto, para darle rienda suelta a los placeres y vicios!
Si realmente la humanidad se diera cuenta de cuan dignidad posee, no hubieran guerras, discordias, peleas, luchas de poder, etc. Pues todos respetaríamos al otro por que posee la misma dignidad que yo.
Ciertamente cambiar a la humanidad es muy difícil, pero ojo ¡no imposible! Pero nosotros podemos aportar el cambio, en pequeñas cosas. Por ejemplo tú en tu casa, en tu trabajo, en la escuela, o donde te muevas, vivas y trabajes, ahí puedes practicar la bondad, la caridad, pero sobretodo que reine en ti el amor, ese amor que lleva a un respeto, a una cercanía, ese amor que te mueve a servir desinteresadamente. Si es posible el cambio en la humanidad, si empezamos con nuestra vida. Como reza aquel viejo refrán (las palabras convencen, pero el ejemplo arrastra)
Enseña tú con tu ejemplo que es posible una vida mejor, una vida justa, una vida alegre. Demuestra tú que amas y respetas la dignidad humana, demuestra tú con tu ejemplo que en el prójimo está Dios, demuestra tú con tu ejemplo que es posible vivir alegres a pesar de los problemas y dificultades de la vida.
Y por último, no inculpes a Dios de todo lo malo hay, no culpes a Dios de tus problemas, no culpes a Dios por tanto mal que hay en el mundo, Él no es el culpable, somos nosotros, muchas veces vamos formando males en nuestra vida y sin darnos cuenta se convierten en problemas. Por ejemplo si alguien que lleva una vida desordenada en la alimentación, pasan muchos años y con el tiempo se forma un cáncer en el estómago, de repente se lo diagnostican y la persona le reclama a Dios diciéndole ¡por qué me castigas así!. Ahora yo pregunto, ¿es Dios el culpable? ¡No verdad! Es esa persona que no se cuidó y que llevo una vida desordenada en la alimentación.
Y así como este ejemplo muchísimos otros en los que las personas culpan a Dios de sus males, y no se dan cuenta que es culpa de ellos y no de Dios.
En lugar de reclamar a Dios, pídele que te ayude a ofrecer tu sufrimiento por el perdón de tus pecados y también por los de los demás.
Anímate pues a vivir como verdadero cristiano, desbordando de amor, así como Jesucristo nos enseñó.
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