Cuando nos ponemos a pensar en
todo lo que recibimos de la misericordia de Dios, comprendemos que no somos
dignos de tan grandes cosas. Por ejemplo el don de la vida, la salud, los
alimentos. Y aunque algunos dirán, pero eso lo consigo con mi esfuerzo.
Si claro esta que con nuestro
esfuerzo somos capaces de conseguir lo necesario para sobrevivir, pero la mano
de Dios se ve involucrada siempre en nosotros, en esas pequeñas cosas que
algunos llaman suerte, coincidencia, etc.
Dios vela siempre por nosotros,
no como un guardia vigilante que nos apresa cada ves que nos equivocamos, sino como un padre
amoroso que vela para que a sus hijos
nos les pase nada malo, y que los guía y orienta.
¡Así es Dios con mostros!
Ahora bien, que tanto hacemos
nosotros por Dios, por ese padre amoroso que nos cuida y nos orienta por el
bien.
Podríamos pensar que Dios no
necesita nada, y pues claro esta que es así, pero es parte de nuestra
naturaleza el ser agradecidos. Pero ¿Qué darle a Dios?
Dios no nos pide cosas, no nos
pide dinero, no nos pide sacrificios de animales, o cuanta cosa se nos ocurra. Dios
nos pide amor. Amarnos a nosotros, amarnos nosotros para amar a los demás, eso
complace a Dios.
La fe en El para no alejarnos de
sus manos paternales.
La esperanza en El,. Pues en el
esta asegurada nuestra vida.
Y sobretodo la caridad que nos
mueve a amar desinteresadamente.
Esto es lo que le podemos dar a
Dios, nuestra buena vida, nuestro amor, amándonos entre nosotros. Pero también ofrécele
tus pecados, tus limitaciones, déjaselos a El, pues el nos ama tanto que nos dará
la gracia para ir venciendo esas dificultades, y así cada ves cometer menos
faltas.
Anímate a ofrecerle al señor tu
vida completa, con sus cosas buenas y malas, y veras como El transformara tu
existir.
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