lunes, 14 de julio de 2014

Los desiertos espirituales

Hay momentos en la vida en que el alma se siente lejos de Dios, y hasta incluso podemos pensar que Dios se a alejado de nosotros.

Sentimos muchas veces que no valemos nada, que nuestra vida es un sin sentido, y que es mejor si no existiéramos.

A estos momentos le llamamos DESIERTOS espirituales, son faces en las que la personas se sienten de bajón, es decir sin animo de nada, incluso algunos caen en una depresión barbará que los lleva a una crisis emocional alta.
Este desierto espiritual nos lleva a abandonar la oración, a darle rienda suelta a las comodidades, consintiendo el ocio, etc. 

Bien dirá San Ligorio, en su libro de la Práctica del amor a Jesucristo, hablando sobre la tibieza, que es muy común en los desiertos espirituales:

«Conviene advertir que hay dos clases de tibieza: una inevitable y otra evitable. La inevitable es aquella de la cual ni los mismos santos se han visto libres; y ésta abarca todos los defectos, en que caemos, sin plena voluntad, sino solamente por humana fragilidad. Tales son las distracciones en la oración, las inquietudes interiores, las palabras ociosas, la vana curiosidad, el deseo de figurar, el gusto en el comer y en el beber, los movimientos de la concupiscencia, no reprimidos en seguida, y otros parecidos. Hemos de evitar estos defectos, en la medida de lo posible; mas, por causa de la debilidad de nuestra naturaleza infestada por el pecado, es imposible evitarlos todos. Pero hemos de aborrecerlos, después de haberlos cometido, porque son desagradables a Dios; mas, según ya hemos advertido en el capitulo precedente, hemos de procurar no inquietarnos por ellos. San Francisco de Sales escribe estas palabras: Todos los pensamientos que nos causan inquietud no son de Dios, que es el príncipe de la paz, sino que siempre provienen del demonio o del amor propio o de la estima de nosotros mismos.»

Otro factor muy común en estos desiertos, es el consentimiento, pues por el hecho de sentirnos de bajón, pretendemos justificar nuestras faltas con la pero escusa, y así consentimos muchas cosas que en ves de ayudarnos a salir de ese desierto, mas nos hunden en él.

Bien pero ahora la pregunta clave de todo esto: ¿Qué hacer? Pues bien  cuando te veas inmerso en estos desiertos, recuerda que no importando lo muy mal que te sientas, no descuides tu oración, por nada del mundo, cambies tu oración, mantente constante, aunque lógicamente te será mucho mas difícil, pero la oración es la clave para salir de esos desiertos.

Procura también participar si se te es posible todos los días en la Santa Misa, procura comulgar con más frecuencia, pero sobretodo acércate a la Confesión mas seguido.

No dejes que ese desierto te aleje de Dios, El esta ahí siempre a tu lado, es solo cuestión que te des cuenta.

Carrera muy larga
Es la de este suelo,
Morada penosa,
Muy duro destierro.
¡Oh dueño adorado,
Sácame de aquí!
Ansiosa de verte
Deseo morir.

(Snta. Teresa de Avila)


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