Cada persona es única.
Cuando Dios nos da el ser, nos hace de tal
forma que no hay nadie igual a otro, pueden haber parecidos, pero nada más
simples características que nos hacen semejantes.
Cada persona es única, especial,
importante y sobre todo in irrepetible.
Dios nos ama como somos, nos valora, nos
comprende, pero sobretodo nos perdona.
Entonces, teniendo en cuenta esto,
¿cómo me valoro yo?
¿Cómo valoro a los demás?
¿Cómo valoro a los demás?
Si cada persona es única ante Dios,
como vivimos este gran don.
Es importante que valoremos a los demás,
tiene que reinar el amor, la comprensión, la fraternidad, la caridad, entre
otras muchas virtudes que tenemos que practicar, primero con nosotros mismos y
con nuestros semejantes.
La clave de una vida plena y
verdaderamente humana, es esta.
Vivir con esto presente, nos moverá
a ser mejores personas cada día.
Anímate pues a practicar esto. Y
verás cómo va tornándose de una mejor manera tu forma de vivir.
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