Cuando pensé aventurarme en la
vida vocacional al Sacerdocio, nunca me imaginé que sería un camino maravillo. Desde
que inicié mi formación, hasta el día de hoy han transcurrido ya tres
maravillosos años, en los cuales he experimentado, alegrías, tristezas, penas,
consuelos… en fin toda una serie de acontecimientos
que han marcado mi vida de formación.
Estos tres años de formación, tuve
la oportunidad de realizarlos en el Seminario Mayor Diocesano, Nuestra Señora
del Camino, que pertenece a la Diócesis de Sololá – Chimaltenango.
Fueron años de mucha ayuda para
mi vida espiritual, académica y social. Puesto que el ambiente que se vive en
el seminario promueve un ambiente familiar, acogedor y agradable.
Fueron años de muchas aventuras,
lleno de enriquecedoras experiencias, que han marcado mi vida, y que si un día
Nuestro Señor, me permite ser su Sacerdote, me servirán de mucho para el
servicio a mis hermanos.
El año 2014 fue un gran año, era
el último año de mi formación filosófica, por lo que los estudios se tornaron
mucho más intensos, pero también durante este año se dieron muchas experiencias
que quedaron muy grabadas en mí, como por ejemplo el viaje a la Beatificación
del Beato Don Álvaro del Portillo.
Durante las vacaciones, me toco
realizar pastoral en la parroquia de Tiquisate, Escuintla, viviendo una gran experiencia
al lado de dos maravillosos sacerdotes de origen Polaco.
Como en ese año termine mi formación
filosófica, me toca dar el paso a la Teología, por lo que la gran incógnita era
si seguiría en Sololá o me trasladarían al Seminario Mayor Nacional Nuestra
Señora de la Asunción.
En principio me sentía con mucho
temor, pues siempre todo cambio conlleva un poco de temor, pero gracias a las
palabras y apoyo de mi obispo, consideramos que sería de mucha ayuda para mi formación
el cambio al seminario de la Asunción.
Ahora quedan ya pocos días para
iniciar, me siento como aquellos niños que cambian de colegio, con mucha ilusión
y muy entusiasmado, ansioso por este cambio, y siempre pidiéndole a Dios me
ayude a acoplarme de la mejor manera y así convivir con mis nuevos compañeros
con mucha alegría.
Me encomiendo a sus oraciones.
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