lunes, 5 de enero de 2015

Encaminándome a una nueva aventura

Cuando pensé aventurarme en la vida vocacional al Sacerdocio, nunca me imaginé que sería un camino maravillo. Desde que inicié mi formación, hasta el día de hoy han transcurrido ya tres maravillosos años, en los cuales he experimentado, alegrías, tristezas, penas, consuelos…  en fin toda una serie de acontecimientos que han marcado mi vida de formación.

Estos tres años de formación, tuve la oportunidad de realizarlos en el Seminario Mayor Diocesano, Nuestra Señora del Camino, que pertenece a la Diócesis de Sololá – Chimaltenango.

Fueron años de mucha ayuda para mi vida espiritual, académica y social. Puesto que el ambiente que se vive en el seminario promueve un ambiente familiar, acogedor y agradable.

Fueron años de muchas aventuras, lleno de enriquecedoras experiencias, que han marcado mi vida, y que si un día Nuestro Señor, me permite ser su Sacerdote, me servirán de mucho para el servicio a mis hermanos.

El año 2014 fue un gran año, era el último año de mi formación filosófica, por lo que los estudios se tornaron mucho más intensos, pero también durante este año se dieron muchas experiencias que quedaron muy grabadas en mí, como por ejemplo el viaje a la Beatificación del Beato Don Álvaro del Portillo.  

Durante las vacaciones, me toco realizar pastoral en la parroquia de Tiquisate, Escuintla, viviendo una gran experiencia al lado de dos maravillosos sacerdotes de origen Polaco.

Como en ese año termine mi formación filosófica, me toca dar el paso a la Teología, por lo que la gran incógnita era si seguiría en Sololá o me trasladarían al Seminario Mayor Nacional Nuestra Señora de la Asunción.

En principio me sentía con mucho temor, pues siempre todo cambio conlleva un poco de temor, pero gracias a las palabras y apoyo de mi obispo, consideramos que sería de mucha ayuda para mi formación el cambio al seminario de la Asunción.

Ahora quedan ya pocos días para iniciar, me siento como aquellos niños que cambian de colegio, con mucha ilusión y muy entusiasmado, ansioso por este cambio, y siempre pidiéndole a Dios me ayude a acoplarme de la mejor manera y así convivir con mis nuevos compañeros con mucha alegría.

Me encomiendo a sus oraciones. 

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