domingo, 11 de enero de 2015

El Bautismo del Señor

Jesucristo se hace bautizar por Juan apodado el Bautista.
Esta gran lección de humildad que Nuestro Señor nos presenta, debe ser para nosotros un vivo ejemplo de sencillez y humildad. La mayoría de personas estamos acostumbrados a buscar los puestos altos, los lujos, los placeres; pero Cristo nos invita con este noble gesto a ser humildes, nobles y sencillos. Puesto que El siendo Dios, no necesitaba de nada y sin embargo, se hace bautizar por Juan.
¡Que humildad!, ¡que sencillez!, ¡que entrega!  La de nuestro Señor, bien dirá el apóstol y es que precisamente por eso se hace bautizar, porque Él se hace uno de tantos.
Cristo no pretendía ser más que los demás (y es que lo era), no pretendía ser servido sino servir, no buscaba fama, pompas, placeres, sino al contrario se hacía humilde y predicaba la humildad.
Todo esto debe ser para nosotros motivo de reflexión, no es posible seguir siendo los mismos; simplemente no se puede. Bien dirá un canto muy devoto, pues así es Cristo, seduce, transforma a todo aquel que se encuentra con Él.
Muchas veces nosotros mismos nos alejamos de Él, no permitimos ese encuentro íntimo que transforma, y bloqueamos esa gracia transformadora. No nos dejamos seducir por el amor de los amores, no dejamos cuando preferimos alguna otra actividad que ir a la Santa Eucaristía, no nos dejamos seducir cuando preferimos jugar o navegar por la red en vez de hacer oración, (con esto no quiero decir que sean malos los juegos, las diversiones e incluso el internet, sino que es la forma en que empleamos nuestro tiempo).
Que este sea nuestro reto, buscar mucho más a Cristo, dejarnos amar y dejarnos transformar, busquemos con más frecuencia la oración, asistamos con toda alegría a la Santa Eucaristía, amemos a Cristo en nuestros hermanos.

Que Jesucristo que nos muestra la humildad con su ejemplo, nos ayude a ser buenos cristianos y nos haga recordar todos los días nuestro compromiso como cristianos. 


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