domingo, 13 de septiembre de 2015

Que tome su cruz y me siga

       Jesucristo no ofrece riquezas, lujos, estabilidad. Mucho menos nos ofrece fortunas y prestigio. Jesucristo nos ofrece la cruz, una cruz llevadera pero sin dejar de ser una cruz.

     Muchas personas esperan gozar de una vida cómoda y placentera siguiendo al Jesucristo, se hacen llamar cristianos y a la menor carga están quejandose y pidiendo a Dios que les quite aquello, incluso hay quienes que dicen: "Dios me esta castigando"

   ¡Que ingratos somos! Para todo culpamos a Dios. No hemos comprendido que un cristiano esta llamado a tomar su cruz y seguir al Maestro que cargo con una cruz muy pesada; nuestra cruz diaria debe ser nuestro medio de santificación, debemos encontrarnos con Jesucristo desde nuestra cruz.

   Estamos invitados a seguir a Jesucristo, para ello necesitamos confesarlo, ¿quién es Jesucristo para mi? La respuesta estará en tu corazón; confesarlo como el mesías el hijo de Dios debe conllevar una transformación en nuestras vidas y por ello Él nos dice: «El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mis­mo, que cargue con su cruz y me siga. Mirad, el que quiera sal­var su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará.» (Mc 8,27-35)

    Tomá tu cruz y siguelo, vale la pena, vale la vida, lo vale todo. Seguirle es lo mejor, es encontrar lo más valioso. Cargar con muestra cruz diaria, con alguna enfermedad,  con alguna angustia y cargarla con amor como Él cargó con la cruz. No reniegues cuando estés pasando por alguna enfermedad o en algún problema, ofrécele por amor a Él y que esa cruz sea la causa de tu santificación.


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