sábado, 12 de septiembre de 2015

¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego?

   El Evangelio según San Lucas se caracteriza precisamente por la Misericordia de Dios hacia los hombres. Presenta a un Dios amoroso, bondadoso y de perdón. Cristo es precisamente quien pone de manifiesto esta misericordia de Dios. Como dirá el papa Francisco en su bula convocatoria para el año de la Misericordia: Cristo es la imagen misericordiosa del Padre.

   Ahora bien si Cristo es misericordioso, es bondad, es perdón y sobre todo es amor; lógicamente los que nos llamamos cristianos debemos imitarle en todo esto. No podemos concebir ser cristianos si nos odiamos entre nosotros. El cristiano debe hacer presente la misericordia de Dios en medio de sus hermanos.

   Muchas veces las personas hacen de menos a los demás, quieren ser el centro de atención, sobresalir y no les importa si lastiman a los demás. Incluso hay quienes que ofenden con sus palabras, juzgan cruelmente y lastiman a los demás.

   El Evangelio según San Lucas en su capítulo 6 versículos del 39 al 42 nos habla precisamente sobre esto. ¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo?.

   Cómo nos atrevemos a juzgar a los demás y pretendemos corregir sin darnos cuenta cómo está nuestra vida. ¡Es importante corregirnos nosotros primero!

   La conversión debe ser un itinerario de fe, una configuración con Jesucristo misericordioso. Corregir con misericordia, aconsejar con misericordia y sobre todo ayudar a los demás por Amor.

   Para lograr una auténtica conversión es importante incrementar la oración. Ahí está la clave de todo: la oración. Ora y trabajá, ora y estudiá, ora y vive. Porque solo en la oración encontrarás las fuerzas para vivir como un auténtico cristiano.


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