sábado, 5 de marzo de 2022

 

¡No tentaras al Señor tu Dios!

Primer Domingo de cuaresma
San Lucas 4, 1-13

La cuaresma es el tiempo de la penitencia, del perdón y de la caridad. Es la ocasión para reconciliarnos con Dios y con nosotros mismos; es el momento para empezar a hacer bien, ¡para buscar el bien!

 Dios es el Bien supremo, el Bien de la persona… ¡Sin Dios la persona se ve fraccionada, incompleta, vacía!

 En este primer Domingo de cuaresma, San Lucas nos presenta la escena de las Tentaciones… El diablo tienta a Jesús; lo tienta con las tentaciones mas antiguas que han afectado a la humanidad: “El Ser, El Poder y El Tener”.

 Estas tres grandes tentaciones que hasta hoy afectan a la humanidad, ¡son vencidas por Jesús! Eso quiere decir que también nosotros podemos vencerlas.

¡Sí! Sí podemos, somos capaces; si nuestra vida en verdad se orienta a la de Cristo, también podremos vencer.

 Este tiempo cuaresmal debe ayudarnos a adentrarnos en nosotros mismos, a ver hacia adentro, a fijarnos en lo nuestro: en nuestras faltas, en nuestras omisiones, en nuestras debilidades.

No ver la vida de los demás, no fijarnos en los defectos ajenos, sino ver los nuestros, conocernos, para supernos, conocer nuestras faltas, para enmendarlas, descubrir nuestros errores para quitarlos: ¡Eso es la cuaresma! Es cambiar, es ser diferentes, es ser más como Jesús.

 Las tentaciones estarán ahí, nos asecharán, el diablo sigue tentando, pero ¿te dejaras tentar? ¡no podemos caer en la tentación! Deben ser vencidas y superadas.

 Jesús venció la tentación porque estaba fortalecido por el ayuno y la oración: Ante la primera tentación Jesús responde: «Está escrito: “No solo de pan vive el hombre”» puesto que a veces solo nos fijamos en lo material, nuestras metas se limitan a buscar bienes, prestigios, honras humanas y eso no lo es todo. ¡eso se acaba!

Por eso el hombre vive sobre todo de la Palabra que sale de la Boca de Dios. Eso si es fundamental, eso lo es todo.

La tentación es vencida con la generosidad y con la confianza en Dios, pues la generosidad nos ayudará a no pensar solo en lo nuestro y la confianza nos permitirá vivir más unidos a Dios.

 Cuando la persona se ve tentada con el poder, brotan sus deseos mas oscuros y viles, que alejan a la persona de Dios, ¡con el poder la persona se corrompe, se pudre! El poder como tentación es dañino corrosivo, es mortal. Un poder mal ejercido, buscando intereses partidistas, injustos, desproporcionados, hunde a la persona en lo mas profundo de la miseria humana; el poder empleado de esta manera trae ¡injusticias, desprecios, tristezas, violencia! Por eso es malo, ¡muy malo!

 No dejemos que la tentación de poder nos arrebate la salvación, no dejemos que nos destruya, no dejemos que nos mate. Jesús respondía al diablo: «Está escrito: “Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto”» pues cuando solo damos culto a Dios se espanta la tentación y crece la humildad; una vida virtuosa será la Clave, la Virtud aleja la tentación y nos acerca a Dios.

 Jesús es tentado por el diablo, y hoy nosotros también somos tentados, se nos ofrece la tentación de ser soberanos, autónomos… “una vida sin Dios” Dios sale sobrando cuando llenamos nuestra vida de orgullo y soberbia, de vanidad y egoísmo. ¡El diablo tienta a la humanidad para tentar a Dios! ¡Tú no eres Dios!  Tú necesitas de Dios, por eso Jesús decía ante la tentación: «Está escrito: “No tentarás al Señor, tu Dios”» pues no somos jefes de Dios, a veces queremos que Dios haga como nosotros queremos, cuando queremos y como queremos, ¡Dios no es tu esclavo!

 A veces nuestra fe se ve contaminada por falsas doctrinas que plantean una vivencia errónea de la fe. ¡yo decreto! ¡yo declaro! … eso nos gusta, nos gusta imponer nuestra voluntad, sentirnos poderosos, tentando a Dios, queriéndole obligarle a hacer lo que le decimos; ¡así no se vive la fe! Eso solo manifiesta inmadurez. A Dios no se le tienta, a Dios se le obedece, a Dios se le ama y se acepta su voluntad.

 Busquemos en esta cuaresma nuestra conversión, hagamos la lucha por ser mejores, adentrémonos en verdad en la vivencia cuaresmal de la penitencia de la oración y de la limosna, para fortalecer nuestro espíritu y vencer la tentación y así llegada la pascua de la resurrección, iniciar con la gracia de Dios una vida mejor.

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