No vivamos una fe farisaica
«Oíd y entended. No es lo que entra en la boca lo que
contamina al hombre; sino lo que sale de la boca, eso es lo que contamina al
hombre.»
(Mateo, 15, 10 – 20)
Jesús critica fuertemente el actuar hipócrita de los Fariseos,
un grupo de judíos radicales que contemplaban a “cabalidad” la ley, pero a un
modo superfluo y vacío. La ley ayudaba a la persona a acercarse a Dios, pero
los fariseos la habían vuelto algo irreal, sin sentido, pesada y cansada. Esta ley
ya no acercaba al hombre a Dios, mas bien lo alejaba, por el mero cumplimiento
de normas humanas que desencarnaban la ley y hacían que la persona fuera cruel
y nada solidaria.
El problema de la fe farisaica es que aleja a la persona de
su prójimo, hace que el hombre se sienta superior, aumenta su ego, su soberbia y
lo convierte en un dios para si mismo. “esto es grave” cuando la persona juzga,
critica, grita, impone su autoridad, no escucha a ignora a su prójimo; pero
reza, asiste piadosamente a la Eucaristía, publica mucho sobre Dios; es un
claro ejemplo de una fe farisaica.
Jesús es el claro ejemplo de la vivencia de una fe
autentica, buena y sana, una fe que ayuda a la persona, que la santifica, que enaltece
al hombre. Una fe que parte del encuentro con Dios, en la oración pero que se
nota en las buenas obras; Jesús siendo Dios no condeno a nadie, más bien
perdono, ¿Por qué nosotros condenamos y amenazamos con el infierno a la gente?
Jesús amo a todos ¿Por qué nosotros odiamos y guardamos resentimientos? Jesús
se puso a servir a sus hermanos ¿Por qué nosotros somos soberbios, acomodados y
mal agradecidos con los demás? Jesús ayudo a los enfermos y necesitados,
liberando a los endemoniados y curando a los enfermos ¿Por qué nosotros somos
malos, no ayudamos pudiendo hacerlo?
Cuando la persona vive una fe farisaica busca siempre ser
perfecto ante los demás, pero anda pecando a escondidas, vive de apariencias,
se siente mejor, más inteligente, “sabelotodo” pero en realidad es débil e
ignorante de muchas cosas, pero como quiere ser perfecto ante los demás aparenta
algo que no es. “que triste vivir así”
Lo que sale de la boca, eso es lo que contamina al hombre…
puesto que la persona se siente mas que los demás, ha dejada botada la humildad
empieza a proferir amenazas, insultos, sarcasmos, y cuanta cosa mala pueda
decir, pero supuestamente en nombre del bien de la persona “hipócritas le decía
Jesús” son duros con los demás, pero con ellos mismos se permiten muchas cosas,
fornicaciones, robos, frivolidad, pereza, perdida de tiempo…
En fin, esta doble moral es la que no esta bien. Una persona
con una fe farisaica es una persona mala, que no es feliz, que siempre anda angustiado
pensando quien habla mal suyo a sus espaldas, siempre esta inquieto pensando que
dirán de él.
El riesgo de este estilo de vida vacía y sin sentido, es que
sumerge cada ves mas a la persona a una vivencia relativista de la fe. Cada ves
se permite mas y mas caer en la inmoralidad, en la soberbia, cada ves mas la
persona es un poco más abusiva, más intolerante, mas perfeccionista (pero no para
si mismo, sino que exige más perfección en otros y no en el mismo) menos
caritativa, menos solidaria mas incumplida, mas perezosa, mas mentirosa… en fin
se va hundiendo mas y mas en el abismo enorme del pecado y de la desgracia
humana.
Pero hay una esperanza, en medio del fracaso humano, llega
el consuelo de Dios, Jesús nos plantea una vida diferente, una vida plena, una
vida santa; por eso invita a vivir en el amor y humildad: "El más
grande entre ustedes se hará el servidor de todos. Porque el que se pone por
encima, será humillado, y el que se rebaja, será puesto en alto. (San
Mateo, 23, 11-12)
El camino del bien, de lo santo es el camino del amor, del
servicio de la generosidad, de la comprensión, de la solidaridad y de la
caridad. No hay otro, solo las acciones buenas frutos de un autentico encuentro
con el Señor.
Pregúntate ¿mi oración me mueve a las buenas obras? Si no te
mueve al bien tu oración es estéril, no te engañes en decir “al menos rezo”
porque es mentira esa oración esta muerta, no hay cambios en ti, sigues igual o
peor, la verdadera oración te mueve a encontrarte con Dios en tus hermanos, en
comprenderlos, en ayudarlos, en ir a servirles. Mas aun si sirves con algún encargo
en tu comunidad, o eres un agente de pastoral o eres clérigo o religiosa, más aún
los consagrados más todavía que son maestros de caridad.
Por eso decía Jesús: ¡ay de ustedes, maestros de la Ley y
fariseos, que son unos hipócritas! Ustedes cierran a la gente el Reino de los
Cielos. No entran ustedes, ni dejan entrar a los que querrían hacerlo. ¡Ay de
ustedes, maestros de la Ley y fariseos, que son unos hipócritas! Ustedes
recorren mar y tierra para ganar un pagano, y cuando se ha convertido, lo
transforman en un hijo del demonio, mucho peor que ustedes. ¡Ay de ustedes, que
son guías ciegos! (San Mateo, 23, 13-16)
La hipocresía de vida es lo que no agrada al Señor, es
diferente cuando la persona lucha y se esfuerza, se esmera por ser mejor, ¡se
nota! Su oración da fruto, vive la Eucaristía con devoción, reza con devoción,
tiene respeto por lo sagrado; Esa persona recibe el auxilio de Dios, es una
persona humilde, es alguien que escucha, que atiende que ama, que sirve, que
ayuda, que va y hace. Esa persona recibe la bendición de Dios.
No seamos fariseos, no dejemos que nos gane el mal, seamos
fuertes y decididos, optemos por el bien, por la paz, por la justicia y por la
verdad, manifestemos al mundo nuestra fe con nuestras buenas obras, ayudémonos
los unos a los otros, apoyémonos, amémonos, perdonémonos, hagamos este mundo
mejor con nuestra fe, viviendo bien nuestra fe, haciendo presente a Cristo
siervo bueno y fiel con nuestro servicio, nuestra generosidad, nuestra docilidad
y así seremos felices y dichosos y ganaremos
el cielo, la salvación.